Cómo cuidar tu piscina en invierno cuando vives junto al mar

Cómo cuidar tu piscina en invierno cuando vives junto al mar

El invierno en la costa tiene su propio ritmo. Los días son más cortos, el aire huele a sal y las piscinas parecen entrar en reposo. Pero en realidad, no descansan. Aunque nadie se bañe, el agua sigue viva: se calienta al sol, recoge polvo, y si no se controla, se convierte en un pequeño ecosistema verde.

Por eso, en lugares como Cambrils o Salou, donde el frío no congela pero sí invita a guardar el bañador, la piscina no se vacía. Se mantiene, se cuida con calma y se deja lista para despertar en primavera sin sorpresas.

El error más común: vaciarla

Muchos creen que al no usar la piscina basta con vaciarla, pero en la costa eso sería un error. El agua actúa como protección: estabiliza la estructura, evita grietas y mantiene el equilibrio de presión con el terreno. Una piscina vacía puede moverse, agrietarse o acumular humedad en los revestimientos.

Dejarla llena es más seguro y, además, más económico. En primavera no hará falta rellenarla por completo ni gastar litros innecesarios. Lo importante es mantener el agua viva pero tranquila.

Antes de “cerrarla”, límpiala a fondo

El mejor invierno empieza con una limpieza completa. Retira hojas, insectos y polvo; cepilla paredes y fondo; limpia el skimmer y el prefiltro. Cuanto más limpia quede al final del otoño, más fácil será conservarla durante los meses fríos.

Aprovecha también para revisar el filtro y la bomba. Si hay fugas, ruidos extraños o pérdida de presión, corrígelos ahora. Es el momento ideal: sin prisas, sin calor y sin bañistas esperando.

El secreto del agua clara está en el equilibrio

Aunque nadie entre al agua, la química sigue importando. Mantén el pH entre 7,2 y 7,6, y el cloro libre alrededor de 1 ppm. Después, añade un producto invernador: actúa de forma lenta, evita algas y mantiene el agua estable durante meses.

Si el invierno es suave y el agua supera los 15 °C, conviene revisar los valores una vez al mes. Si hace más frío, cada dos meses bastará. Piensa que un pequeño control a tiempo evita empezar de cero en primavera.

Y si eres de los que prefiere la tecnología, los sensores inteligentes como Blue Connect Go te avisarán en el móvil si algo se desajusta. Mantener la piscina nunca fue tan fácil.

La piscina también necesita moverse

Detener completamente la filtración durante el invierno es como dejar de respirar: el agua se estanca. Basta con hacerla circular una o dos horas al día. Ese pequeño movimiento impide que se acumulen residuos, mantiene los conductos limpios y alarga la vida del motor.

En días de lluvia, deja que funcione un poco más para eliminar la suciedad arrastrada. Y si usas un programador, ponlo en marcha a media mañana, cuando el sol ayuda a mantener la bomba seca y libre de condensación.

Un manto contra el polvo y la luz

Aunque el invierno sea suave, el viento y el polvo no perdonan. Una cubierta de invierno es la mejor aliada: mantiene el agua más limpia, evita la evaporación y bloquea la luz solar que alimenta las algas. Si es opaca, aún mejor.

Si no tienes cubierta, dedica unos minutos cada semana a retirar hojas o residuos. Mantén el nivel del agua ligeramente por debajo del borde del skimmer para compensar las lluvias. Y recuerda: menos sol, menos algas.

Revisión sin prisas

Durante el invierno, basta con mirar la piscina de vez en cuando. Un vistazo al color del agua y al arranque de la bomba es suficiente. Si notas que empieza a ponerse verdosa, añade una dosis ligera de invernador y deja filtrar 24 horas. Pequeños gestos, grandes resultados.

Primavera sin sobresaltos

Cuando el sol vuelva a calentar, no habrá trabajo pendiente. Con solo aspirar el fondo, ajustar el pH y cloro, y hacer un lavado de filtro, el agua volverá a brillar. Todo el esfuerzo del invierno se traduce en una apertura rápida y sin gastos extra.

No hay que vaciar, ni frotar con desesperación, ni gastar litros y litros. Solo hay que mantener el ritmo del agua durante los meses en los que nadie la mira.

En resumen

Las piscinas en la costa no hibernan: descansan. Siguen llenas, silenciosas y en equilibrio, esperando el próximo baño. Con un poco de limpieza, un toque de química y algo de movimiento diario, el agua se conserva transparente y los equipos protegidos.

Cuando llegue la primavera, la recompensa será inmediata: levantar la cubierta, ver el fondo azul y saber que la piscina nunca dejó de estar viva.