Cuándo cambiar el filtro de arena de tu piscina (y por qué hacerlo a tiempo marca la diferencia)

Hay algo que muchos propietarios olvidan hasta que el agua deja de brillar: el filtro también envejece. Dentro de ese depósito silencioso, la arena que limpia tu piscina día tras día va perdiendo su forma, su capacidad de retener impurezas y, poco a poco, su eficacia. El resultado llega sin aviso: el agua se enturbia, el consumo de químicos aumenta y la bomba trabaja más de lo necesario. Cambiar el filtro o su medio filtrante a tiempo no es un gasto, es una inversión en claridad, eficiencia y tranquilidad.

El papel invisible del filtro

El filtro es el corazón del sistema de depuración. Su misión es sencilla: hacer pasar el agua a presión a través de una capa de material —tradicionalmente arena de sílice— que retiene las partículas en suspensión. Cuando el filtro funciona bien, el agua sale cristalina; cuando no, el cloro ya no basta y la piscina se convierte en un campo de batalla químico.

Con el paso de los años, los granos de arena se redondean por la fricción y pierden su textura cortante. Ya no atrapan la suciedad igual, y los canales internos del filtro se tapan con biofilm o cal. En zonas costeras como Cambrils, donde el agua es más dura, este proceso se acelera.

Señales de que ha llegado el momento

El cambio de arena no se programa por calendario, sino por síntomas. El primero es evidente: el agua pierde transparencia a pesar de mantener el pH y el cloro correctos. Otro signo claro es la presión del manómetro: si después de un lavado completo no baja al valor habitual, hay obstrucción.

También puede notarse una reducción del caudal o chorros con burbujas. En algunos casos, la arena vieja se compacta y forma “caminos preferenciales” por donde pasa el agua sin filtrar. Si notas que la piscina se ensucia más rápido o que los lavados de filtro son menos eficaces, el medio filtrante ha cumplido su ciclo.

Cada cuánto hay que cambiarla

De forma general, la arena de sílice debería sustituirse cada 3 a 5 años, según el uso y la calidad del agua. Si la piscina se utiliza todo el año o el agua es muy calcárea, el cambio puede ser necesario antes. En cambio, si se usa vidrio filtrante, la duración se multiplica: puede funcionar hasta 10 años sin perder capacidad.

El vidrio es más caro al inicio, pero filtra partículas hasta de 5 micras (la arena llega a 20-30) y no se apelmaza. Además, requiere menos agua para el contralavado, lo que reduce el consumo total. Por eso, en zonas con alta radiación solar y escasez de agua, como el litoral tarraconense, el cambio a vidrio filtrante se está convirtiendo en la opción más sostenible.

Cómo se realiza el cambio

Sustituir la arena del filtro no es complicado, pero exige paciencia y precaución. Primero se vacía el filtro, se abre la tapa superior y se retira el medio filtrante viejo, que suele estar húmedo y compacto. A continuación, se limpia el interior con agua a presión para eliminar restos de cal o grasa.

Antes de llenar con el nuevo material, conviene cubrir los difusores inferiores con un paño o plástico para evitar que entre arena. Luego se introduce la cantidad recomendada —que depende del diámetro del filtro— hasta el nivel indicado por el fabricante. Finalmente, se llena de agua para amortiguar el impacto y se cierra la tapa. Un lavado inicial antes de la puesta en marcha evita que las partículas finas vuelvan a la piscina.

Si no se tiene experiencia o el filtro es de gran tamaño, siempre es mejor contar con un técnico. Un profesional revisará además el estado de las válvulas, la bomba y los colectores, asegurando un rendimiento óptimo.

Lo que ganas al hacerlo a tiempo

Cambiar la arena o pasar al vidrio filtrante devuelve al sistema su capacidad original. El agua se limpia más rápido, el consumo de cloro y floculante se reduce y la bomba trabaja con menos presión. Todo esto se traduce en menor gasto eléctrico, menos productos químicos y un agua más suave al tacto.

Además, un filtro eficiente permite espaciar los lavados y conservar el nivel del agua, algo especialmente valioso en zonas donde las restricciones hídricas se vuelven cada vez más comunes.

Un cambio pequeño con gran impacto

Muchos propietarios invierten en robots o fotómetros, pero olvidan revisar el filtro, que es el verdadero guardián de la piscina. Un simple cambio de arena puede transformar por completo la calidad del agua y el confort del baño. No es una mejora visible como una lámpara nueva o un azulejo brillante, pero es la que más se nota al sumergirse.

La próxima vez que el agua pierda ese brillo inconfundible, no mires solo al cloro o al pH. Quizá lo que tu piscina necesita no es más producto, sino un nuevo corazón para seguir respirando limpio.

Summary:
Descubre cuándo y por qué debes cambiar la arena del filtro de tu piscina para mantener el agua siempre clara, ahorrar productos y alargar la vida del sistema.